lunes, 16 de julio de 2007

10 al 12 de Julio



Salimos muy temprano de las oficinas de CECPA camino del distrito de Checca. La Toyota va a reventar: tío Julian, Ruth, Willbert y Oscar que es un estudiante avispado originario de allí, y yo . Pero nos falta el tío William, que viene camino de Cuzco porque allí estudia el doctorado en antropología. Y como la huelga esta en pleno apogeo seguramente andará varado en alguna barricada en algun pueblo camino de Sicuani. Decidimos coger camino de Cuzco y en el siguiente pueblo están los piquetes cortando la pista, damos un rodeo por camino y el tío William aparece caminando por la carretera, ya estamos todos. El camino a Checca pronto se convierte en pista de tierra donde la pickup se desenvuelve sin problemas. Dos horas y muchos meneos después llegamos: el pueblo tiene una calle principal y otras pocas que la cortan, una tienda y una casita dónde una mujer cocina y prepara mates para los que lo necesitan.

En el edificio de la municipalidad se congrega todo el personal: los médicos, el alcalde, el contador, la abogada, los líderes de las comunidades y nuestra ong, presente para controlar que se sigue correctamente el proceso de priorización de proyectos.


Aquí lo que se reparte es el dinero destinado a infraestructuras, salud, educación y la ley dice que el pueblo debe aportar a la hora de priorizar. La mañana transcurre entre palabrerios del alcalde y maniobras de persuasión del contador que es un máquina en esto del maquillaje.


Pronto descubrimos que el orden de los proyectos ha variado desde la última vez. Algunos campesinos levantan la mano, preguntan, y hasta se atreven a cuestionar la necesidad de algunas partidas, cómo la de asfaltar la calle principal porque a ellos les faltan otras cosas más básicas. Pero ésta es gente que no ha recibido ninguna educación, gente que no posee la capacidad de oratoria y persuasión que tiene el alcalde, venido de una de las familias pudientes del lugar. Él lo sabe y les torea. Se forma un debate sobre quien debe pagar la televisión por cable que el alcalde ha llevado hasta las comunidades copiando ilegalmente la señal. Se entiende por comunidad aquel núcleo habitado formado por unas poquitas casas que generalmente está a mayor altitud del distrito y por supuesto aislado. Termina el orden del día con la propuesta del alcalde de comprar una camioneta, que como se sabe apoyado somete a votación popular.

Son las 7 de la noche y ahora toda esa gente debe caminar o pedalear una hora algunos, otros 2 o 3, en mitad de la oscuridad y del frío andino para llegar al fin del mundo dónde le espera un plato caliente y un colchón helado. Nosotros hacemos una excepción y recogemos a un grupo de ellos que viven cerca del camino de vuelta y se suben al remolque. La temperatura es de 5 grados y pronto empezará a seguir bajando hasta los 10 en negativo. Al llegar a Sicuani ha habido suerte y pese a estar a punto de chocarnos con un montón de piedras, la carretera esta casi despejada y no quedan piquetes de huelga. Yo me empiezo a sentir mal y me doy cuenta de que he pillado una gripe.


Los próximos dos días transcurren entre la fiebre y los sonidos que llegan de la calle, en un cuarto dónde hay una una cama y una mesa, un cuarto que da al patio del edificio dónde una ong trabaja, en una ciudad pobre de Perú. La fiebre se encarga de que mi cabeza se enrrede en pesadillas reiterativas cuando duermo y en pesados pensamientos cuando estoy despierto. Los sonidos de la calle se componen de gritos y pitidos de manifestantes que delatan que un gran número de personas recorren la calle con pancartas. Son los dos días de paro general y los pocos comercios que se atreven a abrir pronto son cerrados por los piquetes. Por la noche, envuelto en escalofríos yo no me muevo de la cama y de vez en cuando alguien golpea la puerta de la calle cómo si supiera que me encuentro aquí. La fiebre impulsa a mí imaginación a sentir una sensación particular: soy un refugiado en su escondite asediado por una situación de guerra ahí afuera, cómo en las pelis. Mis compañeros de la ong son ahora mí familia y se preocupan por mi estado y me proporcionan lo que necesite. En especial Ruth es quien me trae comida de su casa, naranjas y me intenta dar ánimo. Según la filosofía indígena que ella ha aprendido, ella opina que para sanar sobre todo hay que proponerselo; es una buena cuestión a reflexionar. Un médico viene a verme y gracias a las inyecciones, antibióticos y otras mil medicinas parece que el jueves empiezo a estar un poco mejor.
Salgo un rato a la calle para quitarme el aturdimiento, ando despacito porque la vista se me nubla un poquito, y pronto veo la hilera de campesinos, estudiantes y profesores que forman la comitiva de manifestantes que piden la salida del presidente del poder: 'el pan esta subiendo', 'no al tratado de libre comercio con USA', 'no a la ley de carrera magisterial'. Cómo ocurrió en Bolivia con Evo Morales aquí huele a movimiento indigenista, por mí parte ojala consiga llegar al poder un partido de gente salida de la parte andina. La diferencia es que aquí aún no se han dado cuenta de que no solo basta con protestar, hay que organizarse y desde las bases formar un único partido que con el recorrido necesario gane popularidad y pueda ganar unas elecciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola jorgillo!!

lo primero decirte, q por aquí seguimos con gran expectación tus andanzas por esas tierras, la verdad es q es imposible desengancharse, gracias a tu forma de expresarte, lo vivimos todo en primera persona.

sigue con esta buena idea del blog, a nosotros nos sirve para emprender este viaje cada vez q te leemos...

besillos
Nani

Anónimo dijo...

Jorge Tron...

Pero que has pillao??

si es que no se te puede dejar solo...

Recupérate pronto, y sigue haciendo fotazos de esas...

Y lo de la unión hace la fuerza es verdad...

Cuidate