martes, 18 de septiembre de 2007

Un Lunes en Cordillera Blanca



18/09/2007
Ahora me encuentro en Lima esperando que llegue la noche para coger el avión camino de Chile, dónde cogeré otro que me llevará a Madrid. No quería marcharme de este lindo país de grandes personas, sin conocer la Cordillera Blanca en el departamento de Ancash. Llegué el Jueves a Huaraz con el ánimo duditativo sobre si tomarme los días en plan relax por los pueblos o hacer algunos treks. Al final he hecho un poco de ambas cosas que no se si tendré ganas de contar (lo siento, estoy perro) , pero al menos quiero hablar de lo que hice ayer. Y quiero contarlo porque me sentí muy orgulloso (sí que paisa) porque consegui subir yo sólo y en un sólo día, a un pico por encima de los 5000. Hace 15 días desde que subí el volcán Chachani de 6075 metros, que físicamente fué demoledor, pero que por tratarse de una subida en plan expedición con guía, campamento base,etc, es completamente distinto a correr uno sólo con el riesgo. Y sobre todo quiero poner fotos porque merece la pena conocer la clase de picos nevados hasta arriba y afilados hasta el límite que por aqui se gastan. Paisajes que te dejan con la boca abierta.

El Domingo por la tarde cuando regresé de Caraz me estuve informando en la única agencia que ví abierta, sobre como podía hacer por mi cuenta el trekking de la laguna Churup. Con el mapa que me dieron en la oficina de turismo y esas indicaciones sería suficiente, creo. Entonces el Lunes by the morning prontito, a las 7 estaba buscando el paradero de combis (fragonetas) que salen hacia la aldea de Llupa. Tardó media hora en llenarse la combi con las mamitas y las maestras de escuela, encantadoras todas ellas, que subian a la montaña a hacer su labor. La laguna Churup supongo que toma su nombre de la homonima montaña, un pico de esos casi verticales, que sigue la forma de pared de otros varios en la Cordillera Blanca, cómo el Alpamallo. El sendero a la laguna sale de Pitec, que no es más que un puerto sin apenas 2 casas. Pero la combi no llegaba hasta Pitec, asíque cuando iba yo medio amodorrado, con la escucha puesta en la conversación de las maestras que iban a mi lado, oí voces el más acá que decían que el gringo se tenía que bajar allí. Me indicaron donde empezaba el sendero para seguir caminando hasta Pitec.

Suerte tuve que justo al bajar había detras un taxi cuyo chofer me estaba ofreciendo subirme a Pitec. Me hice el estrecho por momentos, porque me habían dicho que los taxis cobraban 10 euros para llevarte, pero cuando me mostro los cinco lobitos me pareció estupendo evitarme la subida sólo por 5 soles. La copilota era amiga del chofer, una mujer de Lima que pronto se mostró simpatica y con ganas de hablar. He de reconocer que muchas veces, y sobre todo por las mañanas no sé estar a la altura de la cordialidad, la amabilidad y la camaradería que ofrece esta gente vayas donde vayas y estes donde estes en el Peru. Y especialmente cuando dices que eres de España, raro es el que no se sonría e interesado desee seguir conversando amigablemente. La mujer quería ir a España a estudiar un master y me preguntaba por referencias que no supe darle. El siempre sonriente chofer resultó ser tambien guía turistico, y me contaba que otros españoles en el hostal que regenta, le prepararon un día una tortilla de patata.

Llegamos a Pítec y como ellos tienen ganas por empezar a andar, yo me quedo un rato remoloneando mientras fumo un cigarro. Con tan mala suerte que al rato llega el guardaparque en su moto y me hace inscribirme en la lista del día y pagarle los 5 soles de entrada al parque por un día. Me pongo a caminar por el sendero, que cómo me indicaron va subiendo por una especia de cresta. Al poco rato alcanzo al par de dos que estan sentados al sol mañanero. Me dicen 'hum, hum, caminas rapido eh', y yo digo 'hum, hum, no será para tanto'. El caso es que como este escrito no pretende ocultar mí vanidad diré que desde que empecé a andar me sentí fuerte ese día. El guía me dice que si quiero cuando llegue a la laguna podría seguir subiendo hasta ese pico que se ve allí que no tiene nieve. Detrás, dice, se puede bajar a la otra quebrada (valle) y volver por ella a coger el carro. Me despido de ellos y continuo subiendo y contemplando el paisaje que pronto deja de ser tan estapario, para adquirir más tonos verdes de árboles y plantas que hasta ahora nunca había visto. Aquí se ven unas especies de plantas tirando a cactús que resultan bastantes raras. Pronto el sendero se corta en un lugar dónde hay una pequeña trepada sobre las rocas. Luego el camino se empina un poco más y se bifurca en varias opciones de las cuales tomo la que coge altura más rápidamente. Llegado a un punto me doy cuenta de que he dejado atrás la trocha que lleva a laguna, e intento rectificar en línea recta a través de los matorrales. Llego a una gran roca dónde descanso a comer algo y desde donde se ve la laguna Churup y a mi izquierda el picacho al que se me ha antojado subir. Abajo veo llegar a los dos peruanos y nos gritamos para despedimos.

La subida a ese pico que más tarde sabre que se llama Punta Calvario duró una hora y medio que a mí se me pasó volando. Quizas porque sabía que el tiempo era escaso para subir y luego bajar, eran ya casi las doce del medio día. Lo primero que me encontré fue otra laguna medio seca y llena de plantas acuaticas que no invitaban a darse un baño. Lo que vino después se puede resumir en: mucha fatiga al respirar, el ritmo cardiaco acelerado, subida y más subida en sobre un paisaje de pura piedra. Desde un balcón natural pude ver una nueva laguna que ahora quedaba a mi altura y que era la que queda más cerca del nevado Churup.

En un momento determinado llegue al inicio de la última rampa y viendo la altura que ya había cogido desde que salí de la laguna Churup y los hitos sobre la cumbre del picacho, supe que pronto iba a llegar. Desde la cumbre la vista era tan impresionante cómo se puede ver en las fotos: rodeado de nevados de más de 5.500 metros de formas caprichosas, glaciares aquí y allá y a los pies de estos lagunas color turquesa.



Desde el momento que empecé el descenso podía ver allá abajo muy lejos el puntito blanco que equivalia a saber que el taxi aún no se había ido y por lo tanto podía llegar a tiempo para evitarme un pateo extra. A pesar de la inclinación el tipo de roca ayuda a que se peguen mis pies y bajar todo lo rápido que pueda. Intuyendo la bajada más directa me voy guiando para evitar meterme en una canal demasiado empinada que me obligue a dar la vuelta. Vuelvo a pasar de nuevo por la laguna medio seca y en seguida veo que el coche sigue ahí.

Ahora sí mís rodillas y tobillos empiezan a flaquear según continuo bajando. Al rato me cruzo con un colombiano que viene sólo a pasar la noche y le animo a que también suba a Punta Calvario. Al poco de descender el tramo de trepada en roca me percato de que el coche se está yendo. Se ha ido. En principio no pasa nada salvo que cuando llegue a Llupa no consiga ninguna combi para bajar a Huaraz. En ese sí tendría un problema porque al día siguiente sale mi avión de Lima. Al llegar a Pítec pregunto a una mamita que pastorea unas ovejas por el camino a Llupa. Camino bonito que pronto se hace sombrío por los árboles a su lado y por el que voy cruzando junto a casas medio derruidas. Unos niños me "asaltan" pidiendome pancito, yo les doy las galletas que me han sobrado y me despiden con un fuerte "Gracias".



El río discurre un poco más abajo en el valle y paralelo a mi recorrido. Cuando llego a Llupa la señora de la tienda dónde compro la deseada Coca-cola me dice que la combi esta a punto de llegar. Así es, en seguida aparece la furgonetilla, hoy dormiré en ese hostal de Huaraz.

martes, 11 de septiembre de 2007

La ciudad que me atrapó

El pasado Domingo 19 de Agosto tomé un autobus camino de Lima que me acercaba al aeropuerto dónde saldría mi vuelo de regreso a España. Ese bus me acercaba al lugar dónde siempre he vivido, a las mismas calles y a las mismas rutinas. Ese bus me alejaba de todo lo vivido en dos meses, me invitaba a borrar sensaciones e imágenes, me negaba ya aventuras y proyectos para esta tierra, me privaba de algo muy bonito aquí encontrado. Por todo ello y gracias al ánimo de algunas personas decidí romper las reglas impuestas en forma de fecha de regreso de un billete de avión. Decidí dar la vuelta de nuevo al reloj de arena de la aventura, de lo que aún está por conocer. Tomé una de esas decisiones alocadas que tan pocas veces se toman en la vida cuando precisamente son las más sanas para el alma. En definitiva, opté por seguir viviendo un poco más lo que el corazón me impedía dejar 'invivido'. Y dos días después volví a coger otro autobús de 14 horas, ahí es ná, cargado de dudas que ya eran menos que cuando hicé el trayecto opuesto. Por eso, ahora que estoy aquí de nuevo en este lugar tan especial, me gustaría contar lo que se vive en Arequipa.


Ésta ciudad es un lugar dónde uno llega a olvidarse de que existe la lluvia y cuando llevas aquí más de 15 días te pienas acreedor con derecho pleno a días soleados eternamente. A 2363 metros de altura, es una ciudad mediana de viviendas mayoritariamente de dos niveles, extendidas por una inmensa pampa que baja desde las faldas del volcán Misti (5822). Más abajo y saliendo de la ciudad existe una gran cantidad de vegas agricolas que completan con el verde intenso la paleta cromática del lugar. De aquí salen gran cantidad de frutas y verduras que son consumidas en el resto del Perú. Y eso, cómo ocurre en Almería, a pesar de ser una región en su mayoría casi desertica.

Arequipa tiene un centro con una preciosa plaza de Armas (plaza mayor) franqueada de arcos, jardines y palmeras y una catedral bastante armoniosa con dos torres gemelas que también una vez fueron destruidas... por un terremeto, porque de otra forma en este lugar nadie pretendería hacerlo. En ése centro yo me siento agusto, se puede caminar por sus calles sin agobios y el tráfico es razonable. Hasta los Domingos, nunca faltan tiendas abiertas dónde encontrar lo que necesitas, cafeterías modernas o más añejas, restaurants de pollo asado, comida china al estilo peruano (chifa), terrazas para turistas dónde casi siempre algún artista canta y hasta lugares de comida árabe. Sí, es curioso que en el cruce más bullicioso de ese centro, donde se agolpan los bares de copas que los jovenes y turistas llenan de Jueves a Domingo, en ese punto puedes encontrar sitios con nombres cómo Fez, Istambul o el Turco. Hay un café que a mi me ha molado bastante, que se llama café Montreal, dónde puedes ir a tomar un té o una cerveza comodamente sentado a la vez que en el escenario el grupo de turno muestra su estilo al versionar clásicos del rock y del pop. Ah sí, y otro espacio que también me cautivó en una de esas noches de las variadas que he vivido aquí, que es la terraza del Forum, un karaoke lounge dónde la oscuridad ayuda a cantar aunque lo hagas mal, sentado en un sofa de cuero y que al ser completamente acristalado permite ver de noche, y desde la altura, la catedral y la iglesia de San Francisco iluminadas.


Dejando a un lado la catedral de Arequipa, en el centro podemos encontrar otro puñado de preciosas iglesias y otros edificios religiosos con mucha historia a sus espaldas. He de aclarar antes que gran parte de su lustrosa arquitectura, la ciudad se lo debe a la piedra llamada 'sillar', que proviene de los volcanes que circundan la ciudad. Ésta piedra blanca es relativamente fácil de esculpir para conseguir resultados asombrosos y no hay una bóveda, pared, patio y friso de los edificios del centro que no esté hecho en este material. Por eso es una gozada pasear por la calle de Santa Catalina y asomarse en cada una de los altos portones de madera para ver esos patios que esconden fuentes, jardines, muros pintados de azul o crema y puertas enrrejadas que a su vez llevan a otras estancias. Y siempre visibles los grandes bloques de esta piedra tan señorial que hace de todo el centro un verdadero conjunto monumental. Iglesia de San Agustin, San Francisco, Santo Domingo y una joya, suerte de mini ciudad dentro de otra ciudad, que es el monasterio de Santa Catalina.

Saliendo de ese centro ciudad nos movemos hacia la tranquilidad de otros distritos de anchas avenidas y otras no tan anchas. La configuración de estos distritos suele estar compuesta de urbanizaciones dónde se agrupan casas tipo chalet de dos plantas, con un pequeño jardin. Éstas urbanizaciones tienen una alta vaya con pinchos, y una puerta que a las 11 de la noche son cerradas por los vigilantes de seguridad para evitar las rondas de choros. En esos distritos, tales como Cayma, Bustamante y Rivero, Paucarpata, Cerro Colorado, etc, es fácil encontrar parques y zonas verdes cuyo cuidado esta asignado a una y varias personas que lo mantienen cómo si fuera propio. Puede ser que quizas me guste tanto esta ciudad porque en sus zonas verdes hay palmeras. En uno de esos barrios, y en una de esas urbanizaciones que se llama 'La Colonial' es dónde llevo viviendo más de un mes. Cerca está el 'reservorio de Guardia Civil', algo que tarde en saber que era tras varios días sin ver por ningún lado un cuartel de la benemérita. En la casa de la señora María Elena está la oficina de la ong CIESCU, que pertenece al señor José. Por esa oficina o por el piso de arriba, dónde viven ellos, tambíen se puede ver el 'careto' a Edith, la chicaparatodo, Chavelita la hija de María Elena, Davis y Jerenie hijos de José, el gato Tasmanio y el anciano perro Blanco. Un día se sintieron profundamente agradecidos porque intenté prepararles una paella, lo que es nada comparado a toda la hospitalidad que ellos me han brindado.

En esas tranquiles calles y avenidas de esos soleados barrios hay tiendas de ultramarinos, que aquí se llaman 'abarrotes', hay más restaurantes de pollo asado y chifa que abren a la noche, y retaurantes de almuerzo a 3 soles (0,75 euros). Almuerzos ricos y siempre distintos a base de mucha imaginación, mucho arroz, papa, choclo y zapallo, poquita carne y mucha chicha (el refresco de fermento de maíz entra en el precio). Los distritos tienen sus propios alcaldes independientes y organizan sus propias fiestas de aniversario (hasta las urbanizaciones tienen las suyas). Hace dos domingos tuve la suerte de ver una de las actividades más tradicionales de la región: las peleas de toros. Sentados desde las gradas de un campo de fútbol veíamos a los toros, azuzados por sus dueños, enzarzarse en pleitos a base de cornamenta, cuando no salía uno de ellos corriendo a la primera de cambio. Al más puro estilo far-west los jueces de la competición vestían camisa blanca y pantalón negro, sombreo de vaqueros. He de aclarar que no se porqué influencia ni motivo (quizas porque los paisajes de cáctus y desierto recuerdan a las pelis de vaqueros), esa indumentaria de sombrero tejano es la más tradicional de Arequipa. Pero también cerca de dónde yo vivo un 'coliseo de gallos', dónde se organizan sangrientas peleas de gallos.

Una de las actividades a la que con mayor gozo he dedicado mi tiempo aquí es a los paseos en autobuses combi. No, no penseis que me he aburrido más de la cuenta, aunque a veces ha sido así. Para mí subir en uno de estos buses o furgonetas es una pequeña aventura. Por un lado por la velocidad a la que con bastante pericia, los conductores mueven estos viejos cacharros usados traidos del japón. Aquí hay mucho cruce de calles y avenidas, pocos semaforos y menos aún conductores que los respeten. Por ello, se impera la ley de meter el morro poco a poco hasta que el otro frene y te deje paso. La competencia entre compañias de autobús es brutal, hasta el punto de que hay empleados en las calles cuya única misión es informar de los minutos desde que pasó el bus de la competencia. Entonces ir en bus no es sólo eso, es también estar metido en una carrera frenetica por la clientela, dónde las combis se pitan (cualquier sirena esta permitida), se empujan e intimidan, intentandose abrir hueco para recoger antes a los pasajeros. Las paradas de autobús no se respetan, entonces uno puede subirse y bajarse en cualquier lugar a la voz de 'baja esquina!', que el mozo recoge y retransmite al conductor a mayor grito pelao al conductor. Entre los variados cometidos del mozo están los de abrir la puerta, ir gritando a los biandantes la ruta que sigue esa línea, ayudar a subir y bajar a personas y bultos, cobrar pasajes e informar al conductor de cuando debe parar para recoger pasajeros. No hay un sistema coherente de numeración o nombrado y los buses se identifican por cómo están pintadas. Además, no hay obligación de pagar al entrar al autobús, tu te sientas tranquilamente, pero por alguna ciencia infusa el mozo sabe quien queda por pagar y quien no, y si intentas bajar sin pagar casi siempre te van a pillar. Pero lo mejor, lo que hace más divertido éstas rutas del barrio al centro y viceversa es la música que nunca falta en los combis. Llevan casi siempre un buen equipo de música con bafles de buen tamaño que hacen sonar sea cual sea la hora del día. Yo en los buses he disfrutados de clásicos de la salsa cómo Pedro Navajas y el 'he mojado mís sábanas blancas', exitos recientes de la cumbia cómo el 'me enamore de ti y que' y cosas más movidas cómo 'la culebritica'. He de decir que los exitos del verano de aquí (bueno del invierno) son bastantes buenos y pegadizos, casi todos a ritmo de cumbía o salsa (el boom del reggeaton esta decayendo). Con todo ellos, ésos paseos en ésos buses combis son lugares y momentos explendidos para soñar, sólo o con alguien más.

Pero además del bullicio callejero que un habitante de urbe siempre agradece, Arequipa tiene lugares tranquilos dónde dedicarse a la contemplación. Es una de esas ciudades afortunadas de tener un caudaloso río (el Chili) que la parte en dos, obligando antaño a construir puentes que con el tiempo se convierten en lugares entrañables para observar el paso del tiempo y la vida. Puente Grau es un bonito puente de piedra junto a un parque de verde cesped, y más allá hay otro parque aún más grande y con mejor vista que se llama Selva Alegre. Río abajo, Puente el Fierro es un largo puente de estrucutra de hierro que une de nuevo las dos partes de la ciudad sobre verde campiña y sembrado. Otro de ésos lugares favoritos es el barrio de Yanahura, dónde aún se conservan calles enteras de casas hechas con sillar y mansiones coloniales. Yanahuara es conocido sobre todo por su mirador, desde el que se ven mejor los tres volcanes (Misti, Chachani y Pichu Pichu), y junto al que hay una preciosa iglesia con uno de esos frisos con cientos de tallas en sillar, y un parque celosamente cuidado dónde las palmeras aportan la sombra para echarse una siesta. Es una suerte que aquí haya lugares cómo éste, o cómo la propia plaza de armas, dónde uno puede sentarse una tarde y pasar la tarde contemplando las palomas y las gentes, y charlar un rato con los compañeros de banco, porque aquí si se estila aún esa costumbre.

sábado, 1 de septiembre de 2007

El último beso

El ultimo beso, ese beso traicionero que cuando es dado nos pilla desprevenidos, cansados, derrotados. ese beso que nunca se anuncia como el último y que luego intenta ser recordado y en su traición no se deja recordar porque se dió sin convencimiento. cuando diste ese ultimo beso creiste que habría muchos más y no temiste que el amor se acababa. quizas el otro sí sabia que era el último y por eso lo sentiste un beso débil. quizas la otra pensaba liquidar ese amor y no quiso darte un beso inolvidable ... quien lo sabe.
ese último beso se da con prisa en una estación justo cuando parte el autobús, o después de una noche juntos cuando el taxista espera que alguno baje del taxi. estas pensando en ese problema que habeis hablado y jamás piensas que ese problema hará de sí mismo el último problema. y jamás piensas que debieras dejar de pensar en ello porque estas besando por ultima vez esos labios. y jamas piensas que debieras despedirte con los cinco sentidos de esos tus ojos del alma, a tan corta distancia.
pero pasan los días y ese traicionero beso sigue sin dejarse recordar. conoces el lugar y hasta la hora en que ocurrió, pero te culpas por no haber grabado en la sensación de ese momento intimo final. pero no te mortifiques porque esta escrito: si hoy pudieras volver a sentir ese beso cómo intenso, si pudieras recordar sus ojos en ese momento regalando todo su amor, entonces sabrías que el último beso aún estaría por llegar.
y por último queda la duda de si hubieras podido cambiar el destino, la duda de si es verdad que el amor mueve montañas. la duda de si por arte de magia hubieras podido prolongar ese amor si hubieras dado ese aquel beso con todo sentido y pasión... más nunca lo sabras. por eso, amigo cuando beses, hazlo cómo si fuera la última vez.

martes, 14 de agosto de 2007

La bajada más peligrosa a Coroico

El último día del mes de Julio debía estar a las 6:45 en una de las multiples agencias de viaje de la calle Sagarnaga de La Paz. Entre los más madrugadores está un australiano con rastas que por las pintas que lleva parece que controla de descenso en bici de montaña. Cómo en cada tour mañanero vamos ocupando la furgoneta, silenciosamente al principio porque nadie se conoce, cómo si fueramos purito ganado transportado. Yo me pongo delante con la señora guía y el conductor. Comenzamos la subida hacia el puerto que una vez coronado permite emprender la interminable bajada hasta Coroico, más de 60 kilometros que salvan 3600 metros de desnivel. Joven es el conductor que justo al cruzar el puerto coge unas hojas de coca y las va soltando al viento por la ventanilla a modo de ritual, para después santiguarse. Aquí he aprendido que esa fusión de doctrinas religiosas precoloniales con doctrinas catolicas se llama sincretismo. Al instante comienza a pisar el acelerador carretera abajo y descubro que ese ritual busca protegerse ante la fama de peligro que ostenta esta carretera y paradojicamente también ante su propia temeridad en su forma de conducir.

Una vez parados a un lado de la carretera para prepararnos y ponernos el disfraz de expertos en descenso de bicicleta, veo cómo otros carros bajan el puerto a tope de velocidad llevando al límite el riesgo al tomar las curvas. Me hago unas fotos con dos chicas turcas que también vienen en el grupo y al rato comenzamos la bajada, primero por asfalto. Los autobuses no bajan muy rápido y cogemos suficiente velocidad cómo para adelantarles. A no muchos metros de altura nos observan los picos nevados. Éste es un día en el que comenzamos forrados de ropa para no helarnos al principio y dónde acabaremos en bermudas y manga corta cuando estemos abajo a pleno sol de medio día. Yo con mis 84 kilos cojo velocidad sin problema y tengo que ir frenando para no adelantar al guía que va delante que es pequeñajo y delgadito. Llegamos al punto dónde comienza la reserva de Coroico y dónde nos hacen pagar la entrada. Por lo menos los de la agencia nos van atiborrando de galletas, zumos, platanos, calorías que desde luego hoy no vamos a quemar si seguimos sólo bajando. Conozco a Karine, canadiense de Quebec y que habla bastante bien español con acento afrancesado. Nos asomamos a una escuela dónde los niñitos están aprendiendo a hacer ruido con los instrumentos.

Continuamos ahora subidos en las furgonetas y al poco cogemos el desvio donde empieza verdaderamente la antigua carretera, de tierra, famosa por la cantidad de gente que ha muerto en accidentes de tráfico. Se trata de una pista de tierra con pésimo firme, tan estrecha que sólo permite el paso de un camión y que en muchos lugares surca precipicios de vértigo. Hace un año fue cerrada al transporte motorizado, y antes lo que sucedia en el mejor de los casos cuando dos caminoes se encontraban de frente era que tenían que retroceder marcha atrás hasta una curva con un poquito más de espacio para poder cruzarse.
El intrepido australiano empieza a hacer de las suyas bajando a toda caña y de paso me enseña cómo hay que tumbar la bici para tomar mejor las curvas. Es realmente divertida la bajada aunque yo prefiero no ir muy rápido y tomar fotos del increible paisaje que cada vez se va tornando más selvático. En una de las paradas para tomar el 'refrigerio' hay una placa en hebreo que el isrraelí del grupo nos traduce: hace unos años un turista isrraelí se despeño haciendo lo mismo que nosotros.
Entonces la guía me cuenta que no ha sido el único isrraelí que se ha quedado aquí por no medir los riesgos de la bicicleta en un lugar cómo éste. Al rato veo a Karine tirada en el suelo recién caída y un kilometro abajo yo también derrapo en una curva y doy con los huesos en el polvo. No ha sido nada pero me doy cuenta que me podía haber cargado la cámara de fotos así que se la doy a uno de los conductores de los carros de apoyo.
En otra curva la chatarra de un camión destrozado permanece en la cuneta cómo un monumento ocasional en recuerdo de todos aquellos que terminaron precipicio abajo. Llegamos por fin abajo y nos tomamos unas cervezas. Las chicas turcas me cuentan su periplo viajero.
Camino de Coroico Karine me va contando que está en Lima haciendo unas prácticas, es biologa y con el rollo de los masters y prácticas ha podido estar en la isla Reunión, en Mauricio, otros sitios de Africa, Brasil, etc. Debe ser por eso que esta mujer no para ni un momento de sonreir. Luego hablando con el isrraelí me doy cuenta es el mismo isrraelí pero sin barba que iba en el bus camino de Copacabana. Nos llevan a un hotel de cabañitas de madera con piscina y una vista buenísima del valle. En la comida el australiano y su novia mexicana nos cuentan cómo se conocieron en un viaje por europa y que ahora él vive en Chile y ella en Australia.
Sin casi nada de tiempo ni para bañarnos en la piscina empezamos a retornar hacia la Paz. La subida es larguisima y éstos de la agencia parece que tiene prisa. Tanto és que el conductor se pone a adelantar en una curva y justo antes de entrar a un túnel. El carro parece que no tiene fuerza y por un momento nos quedamos a la par con el otro bus y miro hacia ese túnel esperando que no aparezca nadie de frente porque aquí no hay escapatoria. Uff, ha habido suerte, pero sin poder controlarme me pongo a ladrarle al conductor intentando hacerle entender que su juego puede llevarle cualquier día a una columna de un períodico cómo tantos otros. Increiblemente él y la guía argumentan diciendo que aquí todo el mundo conduce así. Desde luego, le digo, que no ponga en riesgo la vida de otras personas, más aún si hemos pagado 40 dólares por ello.
Ya en la Paz voy con la canadiense y una de las turcas a la estación de buses a comprar billetes y luego cenamos en un restaurante árabe dónde el sueño a duras penas nos deja disfrutar de los manjares que nos han servido.

jueves, 9 de agosto de 2007

La Paz

Ya es hora de continuar con el relato de esos días que me paseé por Bolivia. Ese Domingo de finales de Julio amanecí en Copacabana con díficultades para respirar debido a la altitud. El lago Titícaca se encuentra a unos 3800 y sentía una opresión en el pecho bastante incómoda que me obligaba a esforzarme para llenar los pulmones. Me despido de la chica de la agencia dónde compre el billete de bus a La Paz, que muy simpática, me lleva hasta el bus cómo si temiera que me quedara en tierra. El bus sigue tomando altura y pronto vemos nieve en las cunetas. Llegamos a un pueblo dónde el autobus se detiene frente a la orilla de una extensión de agua que a unos 500 metros deja ver de nuevo la otra orilla. Cómo la cosa más natural, la gente se va bajando sin que nadie diga ni mu y se van acercando al embarcadero. A los más despistados el conductor nos dice que hagamos lo mismo y cuando el bus queda vacío comienza a acercarlo a una de las barcazas para embarcar y cruzar este estrecho que separa el Titicaca del WiñayMarca. En la lancha un paisano, de curiosidad mañananera, me interroga sobre mí vida, estado civil, profesión y milagros, y dice que él pronto va a ir a trabajar a España. Yo le cuento que no esta fácil emigrar ahora a mí querido país, que por allí nos gusta más darle emoción y ponerselo díficil a los que ya de por sí lo tienen negro allá dónde nacieron y piensan con criterio que sería mejor compartir la tajada del bienestar. En la otra orilla por fin conozco a la pareja alemán-chilena sobre cuyo futuro la otra noche conjeturaba negativamente mientras cenaba, y que viajan en el mismo bus. Les pregunto si ellos no sienten la misma falta de aire al respirar y me sugieren que mastique coca. Claro! cómo se me habia olvidado? yo hecho polvo por mal de altura y ni he caido en comprar coca. Me dan unas cuantas hojas con demostración incluida de cómo tomarlo. A este lado del lago el paisaje no varia mucho respecto de la orilla peruana: pampa árida de peñascos sueltos aqui y alla, de vez en cuando atravesamos núcleos poblados y de fondo asoman cada vez más cerca e imponentes Huayna Potosí e Illimani.
Muchos son los que esperan coger un carro en la cuenta a lo largo del camino y pocos los elegidos, el chofer con el bus casi repleto sólo para a recoger a afortunados según su arbitrario alvedrio.
Llegamos a la Paz y lo primero que nos encontramos antes de dejar el bus es la ciudad de El Alto que comenzó a crecer aceleradamente arriba en el altiplano, a continuación de La Paz cuando el valle que ésta puebla se lleno de viviendas hasta rebosar, hasta convertirse hoy en un manto de precarias casas y calles mal urbanizadas, dónde los colapsos de coches son cotidianeidad. En uno de ellos nos metimos en ese Domingo de mercadillo, y una vez dentro la lucha de cada coche y microbús es feroz por ganar centrimetros a cada oponente. Una mujer se baja de una furgo y se planta delante de otra en actitud amenazante, dispuesta a impedirle el paso y que así pueda pasar el carro en el que ella va. Ahora sí que el Illimani, vecino de arriba de la Paz, se cuela en cada calle, pavoneandose de sus 6400 metros.
El bus nos deja en la zona del cementerio y allí mismo cojo un taxi que me lleva por ese puzzle incoherente de calles catastroficamente planeadas. Aprovecho para que el taxista me haga de libro de guía, que de aqui no tengo, y me cuente todos los lugares a dónde puedo ir. Me entero que existe un lugar cercano llamado Coroico, a donde se llega despues de bajar un largo puerto y da lugar a la selva, y que me empieza a seducir. Despues comienzo el peregrinar por los hostales cercanos a la calle Sagarnaga buscando barato, bonito y con televisión por cable, que tengo mono de noticias de España. El sitio es el Palacio del Inka. Tambien me pongo a recorrer agencias, de ésas que hay identiquitas alla dónde los turistas vamos, con collages de letras grandes a color y fotos para anunciar las 4 o 5 opciones de los tours estrella de la zona. En La Paz lo que más se vende es subir a Chacaltaya (5421 metros) + ir al valle de la Luna, todo en un sólo día y por unos 6 euros. No me convence mucho pero tomo el tour y así tengo un día para enterarme si merece la pena bajar a Coroico. Porque me entero que Coroico es ese lugar a donde se llega con ese archifamoso tour en bici de descenso por la 'carretera más peligrosa del mundo', del que ya me habían hablado y que no entraba en mís planes hacer. En un restaurante para lugareños me alimentan con espaguetis, filete, huevo, salchicha, ensalada, arroz y patatas fritas, pero lo bueno es que todo eso viene en un mismo plato.

El barrio turístico queda al lado del mercado de las brujas, uno de los sitios más emblematicos de la Paz. En él se venden todo tipo de artículos para la gente aficionada a seguir ritos esotéricos, ingredientes para pocimas intuyo que tambien hay porque veo montón de plantas y lo que no son plantas. Cuelgan apiñados de los toldos fetos de llama con pelo y todo, aves rapaces secas, erizos y otros animales natos y nonatos. No me dentengo mucho porque la verdad da grima ver como trocean un fecho de llama en mitad de la calle. Mas abajo se acumulan un montón de peluquerías y como ya me va haciendo falta me dejo pelar en una cualquiera. Llego a la Plaza Murillo cerca de las 18:00 dónde me encuentro a los canarios de Copacabana.
Tengo suerte en poder ver la ceremonia de bajada de bandera mientras un policía se va acercando a la gente para obligarla a permanecer depiés mientras suena el himno boliviano. Cerca de allí esta la calle Jaén que cómo me han descrito los canarios, es cómo estar en una centrica calle de Jaén por todas sus casas coloniales de dos alturas pintadas de colores, sus rejas y ventanales.
Entro a la catedral de La Paz, estan dando misa y me apunto al sermón. Me sorprende que las imagenes son bastantes melenudas, cómo si se hubieran excedido al ponerles pelo natural. Lo cierto es que esta catedral es bastante acogedora, se siente uno muy agusto. Más tarde ceno en un restaurante muy bien decorado a base de mesas y sillas de madera envejecida, plantas y repertorio de velitas, pero que no tiene nada tradicional para comer. Me subo a la habitación dispuesto a aprovechar bien el rato de tele por cable pero en seguida me quedo sopa. Hasta a eso de la 1 cuando me despierta la voz de una mamita andina (es inconfundible el tono de voz de las mujeres que provienen de la sierra y que visten con pollera, con todos los respetos). Le esta agasajando en elogios a un papito, diciendole que ella es la mujer que el necesita, que le quiere de verdad, que ella ha aguantado hasta que él le pegue, que se olvide de otras mujeres, que se case con ella, vamos muy fuerte la cosa. Resulta que los oigo como si estuvieran en mi cama porque las paredes entre habitaciones no juntan con la fachada del hotel. Me duermo y a las 5 de la mañana parece que a los amantes se les ha unido una amiguita, y es cuando decido que es hora de pegarles una voz y dormir lo que me queda de noche.
Como es un tour me vienen a buscar prontito al hostal, para que no me pierda. Vamos haciendo lo propio con los demás hasta que el microbus se llena de holandeses, brasileños, suizos, italianos, japonesa y un español que soy yo. A mitad de subida a la ciudad de el Alto, uno de los holandeses consigue a duras penas aguantar su incontinencia urinaria y llegado un punto suelta un Stop now please! y sale corriendo. Parece joven para estar ya de la prostata. A mi lado va Carmen que es de Suiza y me cuenta que trabajaba para un gran touroperador y vivió en Baleares y Canarias durante unos años. La furgoneta comienza a subir las empinadas rampas de tierra que conducen al refugio de Chacaltaya, una montaña cuyas laderas fueron un intento de construir algo parecido a una pista de esqui.
Desde este punto es impresionante la vista del coloso Huayna Potosi, otra montaña a la que hay que respetar aún más en caso de querer subirla, pero mucho menos aún que al Illimani, conocida por llevarse la vida de muchos montañeros y guías locales, y que es adónde mañana va a partir el otro suizo que viene en el grupo. Logicamente él camina sin problema hacia la cima del Chacaltaya desde el refugio a 5000 metros.
Yo, gracias al chute de hojas de coca que he masticado esta mañana y a la ZorochePil (píldora para el zoroche o mal de altura) parece que no subo mal y doy con el truco de caminar como si estuviera en la luna, porque de otra forma en cuanto das dos pasos te quedas sin aliento. Llama la atención que pesar de que la cima está a 5.400 no hay casi nieve.
Nos vamos recogiendo a la hora que marcó la guía y subimos de nuevo en la combi para volver de nuevo a la Paz y continuar con este apretado tour que ahora nos lleva a el valle de la Luna, otro de esos nombres que seguro que alguien que estudió marketing se debió inventar para promover el turismo en la zona. Es un sitio dónde la erosión sobre la piedra ha ido creando un paisaje de afilados salientes de débil roca entre los cuales otros tantos surcos penetran profundos en el suelo. En lo alto de una de esas torrecillas naturales hay un aymara vestido con su típico poncho tocando la flauta quena y de paso dandóle al lugar el toque místico.
Cuando acabamos el recorrido vamos pasando por el punto dónde está él, osea pasando por caja para darle la propina. Meha gustando tanto ese sonido que le compro una quena con libro de partituras incluido.
Hemos vuelto ya a la Paz, terminada la excursión y camino por la avenida Prado que es la arteria principal de la ciudad. Se te contagia su energía sólo de ver tanta gente apretada caminando freneticamente a la salida del trabajo, la universidad, el colegio. Percibo en ellos alegria y orgullo por ese kilometro de tiendas de moda, conocidas cadenas de fastfood, luces de neón y cuidadisimos jardines que representan la parte de progeso economico,bienestar y modernidad de esta Bolivia, esa parte que peligrosamente pretende ocultar las miserias y carencias tan evidentes valle arriba.
Aún con todo me dejo engañar y olvido lo que se ve en cuanto sales de este centro: me gusta este bulevar, me siento cómo en mi cómoda ciudad, es casi lo mismo, me regodeo. Más allá de estas paradojas, veo grandonas casas coloniales junto a largas escalinatas, jovenes que corren para entrar a la universidad (a las 8 de la noche?), choferes empeñados en atropellarme, promesas de despacho encorbatados. Vuelvo a ir hoy a la plaza Murillo y me encuentro con unos cuantos antidisturbios, las cámaras de prensa pero aún no sé de que va la vaina. Luego veo unos cuantos con cara de 'la vamos a armar' y al poco sale un señor con un casco de minero del palacio de gobierno. És el dirigente sindical, al que no ha recibido no se qué ministro y que rodean los periodistas.
Pregunto a un compadre que tengo al lado y me cuenta que los mineros cuando hacen huelga son peligrosos porque llevan petardos de dinamita. Éste al que pregunto fue policía nacional y dejó el cuerpo después de que ocurriera la crisis en la que el ejercito y la policia se enfrentaron. Fue hace unos años y en ésta misma plaza: los soldados en un edificio y los policías enfrente, a tiro limpio. Me muestra los agujeros de bala que aún quedan en uno de los edificios. No se cómo ha sido la cosa pero al final me he apuntado al megatour de las bicis en 'la bajada más peligrosa del mundo', mañana veremos.

jueves, 2 de agosto de 2007

La isla del sol

Despues de escribir la anterior entrada aquella noche de bajón en Copacabana (Bolivia) , me metí en un bar de esos en los que la gente se sienta en el suelo en cojines. Había una actuación pero llegue tarde así que cogí una guia de Bolivia y me puse a leer. Descubro que (ya me lo había dicho Juan pero no lo recordaba) que se puede ir andando 12 km hasta Yampupata pasando por paisajes costeros con mucho encanto y luego cruzar a la isla del Sol (lago Titicaca) en barca de remos. La dueña del local, argentina, me invita a la cocacola y me cuenta como es la ruta. Entonces, como yo ya había comprado el tour turistico en barco a la isla decido ir en barco pero luego cruzar por mi cuenta a Yampupata y volver andando a Copacabana,una aventurilla.
Al dia siguiente los jovencitos viajerillos nos vamos acercando al muelle y llenando los ferries que van a la isla. No hace mucho frio asique muchos de nosotros vamos arriba , al aire libre. Charlo con unos californianos de SanDiego de origen mexicano. A la francesa que esta al lado mio la atracaron ayer en Copacabana y me persuade de que esta peligroso hacer la ruta andando por Yampupata. No sera para tanto no!.
Al llegar a la parte sur de la isla nos topamos con unas escaleras interminables para subir al pueblo de Yumani. Subo,subo y subo hasta que llego más arriba del pueblo, a un bosquecito de eucaliptus desde donde se ven ambas vertientes de la isla, y tambien las costas peruanas de este lago Titicaca.
Me ha dicho un paisano que en media hora vendría un barco de remos así que empiezo a bajar de nuevo al muelle. Hay bastantes alojamientos en Yumani y todos llevan en su nombre la palabra 'sol'. De bajada me encuentro a dos chavales y resulta que uno es de Yampupata y me recomienda que me vaya al extremo de la isla, donde estan las ruinas inkas porque allí hay mas barquitas para cruzar. Gringuear significa tomar el pelo a los extranjeros dándoles una información errónea, pero de buen rollo, y parece que desde que estoy en Bolivia eso es deporte nacional, bueno tampoco esta bien generalizar. El caso es que me tomo a pies juntillas lo que me dice el pata y voy hacia la punta sur de la isla. De camino otros niños me regringuean, osea me bacilan sobre otra bacilada previa y me dicen que aquella barca alla abajo va a Yampupata, y me pongo a correr como un primo cuesta abajo. Claro, ese barco no va a Yampupata y despues me dicen otros, espera, tu espera en el cabo que ahora viene una. 40 minutos despues abandono la punta sur de la isla porque aqui no llegan barcas ni sirenas. La perdida de tiempo me cabrea sobremanera pero no desisto y bajo de nuevo al muelle donde me ofrecen llevarme por 3 euros. No, no hombre que no es tarde, tardamos media hora en llegar, luego en 3 horas andando estas en Copacabana. Media hora? seguro? si si.
Bueno el chaval que me lleva esta fuerte y parece que sí vamos a llegar aunque sea en 40 minutos. Durante el trayecto él me va 'tranquilizando' más sobre los asaltos en la ruta, me dice que hace una semana robaron a otros, y que no me preocupe que le pida a la virgencita que me llegue para llegar sano y salvo, que tenga cuidado en la parte de bosque de eucaliptos. Luego descubrire que todo fue una exageración y autosugestión.

La última parte de la remada la intento cubrir yo, pero por alguna razón remar aquí resulta más dificil que en el estanque del retiro. Una vez en Yampupata empiezo a andar a toda máquina porque me da miedo que se me haga de noche, son las 14:00. Al poco unos niños que juegan en un todoterreno con un megafono y al verme gritan 'gringo, gringo, bandido!', lo cual no me relaja para nada. Sigo subiendo y sí es cierto que detecto miradas de lugareños nada amables, otros en cambio sí que me saludan amablemente. Es cierto, que por esta zona no están acostumbrados a que los extranjeros pasen por aqui. Me encuentro a unos japoneses y me dicen que no es peligroso y que me quedan 2 horas.
Cuando me veo haciendome con un palo que pueda servirme como 'arma' antes de salir corriendo, además de no creermelo ni yo, me doy cuenta que me estoy sugestionando demasiado con la posibilidad de que me puedan asaltar. Luego mas adelante en la aldea de Sicuani una mamita me dice que quedan 4 horas. Vale, pues corro más. La tirria al viajero se confirma cuando un niño me grita 'gringo gringo' haciendo el tipico gesto como de degollamiento. Jeje, me lo tomo a broma, que bromas tienen los chavales por aqui. Unos paisanos estan intentando encayar una lancha usando cuerdas y me piden que les ayude, lo siento compadre pero se me hace de noche. Mas adelante hay una reunión comunal de los vecinos de una aldea, pues voy a tomar una foto.
De pronto unas mamitas me empiezan a increpar:'no has foto eh, si haces foto danos plata', y una de ellas me tira piedrecitas pero sin intención de escalabrarme.No señora, no, le digo, que somos amigos. Otro lugareño me dice que quedan 45 minutos si cojo 'el atajo'. Que cachondo el tio, cuando voy por la mitad de un puerto con bastante subida me entra el flato por correr tanto y encima no veo atajo ni gaitas, me han gringueado otra vez.
Al bajar, el camino se acerca a la costa y descubro que eso del atajo no es posible porque el camino desde aqui va en linea recta pegado a la costa hasta Copacabana.
Despues de una curva veo a lo lejos los dos cerritos detras de los cuales esta Copacabana. Uff, aunque me duelan las rodillas por lo menos no se me va a hacer de noche, me relajo un poco y me fumo un cigarro disfrutando del paiseje.En la siguiente población intento tomar fotos a otras mamitas que estan secando habas pero recibo la misma ración de piedrecitas a los pies. Si fuera fotografo de National Geographic tendría pasta para unterles y fotografiarles. Afortunadamente para un jeep y un pata me ofrece llevarme a Copacabana y me subo sin pensarlo dos veces. El amigo es mecanico de maquinaria agricola y va camino de la Paz. Al poco recogemos a una hippie inglesa que por la velocidad a la se expresa parece que ha abusado un poco de la marihuana, que malo soy.
Ya en Copacabana lo primero que hago es cambiarme de hostal al Wendymar, en el que estuvo la japonesa, mucho mas economico e igual de comodidades. Es verdad que durante la tarde me he rallado un poco con el tema de los robos, pero tambien los comentarios de la gente contribuyen a ello: hoy empieza una feria internacional aqui y todo el mundo me dice que tenga cuidado porque estan viniendo rateros de Perú para estos días. También las guias de viaje de esta zona siempre insisten en peligros de robo que por ahora nihe visto de cerca. Siesta antes de cenar mientras en la tele dan la 'entrada universitaria' en la Paz, una especie de carnaval. Para cenar me meto una pizza entre pecho y espalda, ha sido un buen día pero tanto esfuerzo hay que reponerlo. Luego me meto en el Nemos, un bareto donde esta a punto de empezar la actuación del cantautor de turno, argentino cómo no. Cojo asiento y al poco llegan dos holandesas que vienen con un venezolano, no no hay problema sentaros aqui conmigo, cabemos. Empiezan a tocar mientras charlamos en spanglish. El barbas de el bar de enfrente entra en este bar tocando el saxo alto en plan aparición estelar sin quitarse el abrigo, detras otro con un saxo bajo, esto quiere decir que forman parte de la banda,muy divertida la escena. Las holandesas han conocido hoy al venezolano, el venezolano quiere conocer más profundamente a una de ellas, y ella creo que se quiere dejar conocer. Dejan de tocar, ahi os quedais que mañana viajo temprano a La Paz, tendra algun efecto ese nombre de ciudad en las personas que la visitan?

viernes, 27 de julio de 2007

Solo en Copacabana

La soledad es estar en un cuarto oscuro donde miras para todas partes en busca de un poco de luz que no encuentras. Hoy he llegado a Copabana, no no, no la Copacabana de Brasil sino la de Bolivia, un pueblecito pesquero casi en la frontera con Peru (no pongo acentos porque a este ordenata no le van mucho). Vengo aqui un poco por la inercia de la ruta que siguen todos los viajeros: unos vienen de Bolivia y mas alla y cruzan por aqui camino de Puno para conocer Peru, y otros hacen lo mismo en sentido contrario, y dicen, dicen que Copacabana es un lugar donde hay que bajarse del bus y pasar un dia o dos. El caso es que nada mas llegar me he enfrascado en el lio ese de buscar un alojamiento bueno, bonito y barato y al final he terminado en hotel donde nos 'sugerian' quedarnos los del bus turistico: 5 dolares. Yo buscaba un sitio con television por cable para quedarme encerrado en la habitacion embobado con noticias internacionales de las que hace mucho que no disfruto: guerras, terroristas, hambrunas y esas cosas de las que nos nutrimos. Pero en el unico sitio donde habia telecable eran un poco chulitos y me he pirado. Bueno mi habitacion tiene un ventanon que da al lago Titicaca, que se jodan. He salido a ver que se cocia por ahi y he vista a la japo con la que venia en el bus y ella me ha alumbrado un poco mas el camino de huida a ninguna parte: medio tour por la mañana a la isla del sol y por la tarde carretera y manta hacia La Paz. Sigo pensando que el que viaja huye de algo o por lo menos si viaja seguro que no tenia nada mejor que hacer en el lugar de donde partio. Acabo de llegar a este sitio y ya estoy pensando en como escapar! porque? Luego me he visto yendo a la misma agencia donde unas chilenas guapas (son muy guapas las chilenas para el que no lo sepa) me han dicho que habian comprado el tour, por lo de coincidir con gente que hable español, que en Amantani todos los de mi grupo hablaban guachi guachi. He mareado a la pobre de la agencia con mis dudas, y ahi he empezado a darme cuenta de que estaba sitiendo eso: soledad. Si, luego me he puesto a pasear por las calles buscando el super mega gorro de lana (chullo) que no he encontrado, y tambien mirando restaurantes y menus. Pero aqui pasa algo raro: ¿porque me acerco a la puerta y miro que gente hay dentro? ¿no sera que estoy buscando gente a quien conocer y poder charlar de algo? Definitivamente estoy sufriendo un ataque de soleditis.
Hay que ver lo sorprendente que puede ser a veces explorar la calle de al lado. Yo me estaba moviendo en la calle de los turistas y de repente he cruzado esa frontera y en la calle paralela habia otro mundo, el de los Bolivianos. Mucho mas animado, nada que ver, mercadillos de carne con cerdos partidos en canal, comida callejera, tiendas de viveres con miles de cosas curiosas. Y una iglesia bastante bonita donde hay gente que un Viernes cualquiera anda de rodillas por el suelo y deja velas como ofrenda. Empiezo a sentir que tampoco tengo porque irme mañana corriendo de este lugar. Lo de medio tour a la isla pase porque estoy saturado de islas despues de Amantani y Taquile, pero aqui hay mucho que ver. Despues empiezo a ver que hay restaurantes bastante bonitos, con su jardin interior, su decoracion en maderas y detalles tirando a indio, o inka o lo que sea, muy bonitos. Si si, es curioso que en un pueblecito pesquero como este, donde los turistas solo tienen la opcion de ir a la isla del Sol y la de la Luna, haya garitos tan bien cuidados, unos cuantos con musica en directo y menus tan atractivos. Debe ser que la oferta de lugares para tomar y comer es tan buena que solo se quedan aqui por eso. Mucha velita y media luz, buena musica en los garitos y todo eso. Como no tengo hambre sigo buscando, mirando, preguntando.
Es jodido lo de viajar solo, por lo menos para mi. Me encuentro con esta soledad y me resulta como nueva, como si fuera una situacion pasajera que me ha llegado por las circunstancias. Iluso de mi no me doy cuenta a priori que esa Soledad es prima mia, o casi hermana si no fuera porque no me cae muy bien. Efectivamente esta soledad pasajera no es sino una prolongacion de esa otra soledad madrileña, aunque a esta ultima ya estaba mas o menos acostumbrado, sabia como capearla, como engatusarla y debilitarla por momentos. Es lo que tiene vivir solo. Quien este leyendo esto quizas se pueda sorprender de que me este abriendo de par en par sin medir los riesgos que esto tiene, pero escribir asi sin pensar, dejar salir los pensamientos, hoy es algo que se me impone necesario, lo siento para aquellos que me medio conocian y me imaginaban menos solitario, aunque puede que al dia siguiente borre muchas de las cosas que he escrito y el que lo lea despues no se dara ni cuenta. Por fin entro a un restaurante donde hay un mozo en la puerta (lo que seria un relaciones publicas de garito) que me ofrece un menu con trucha por 1,7 euros con bebida de regalo. Ha merecido la pena dar vueltas porque aqui hay un argentino cantautor que esta tocando y lo hace bastante bien, y hay un ambiente bastante bueno. Gente a la que por lo menos observar hay. A la decoracion de sofas, mesas y colgajos de tipo indio se unen fotos y papeles con cosas escritas supongo que de gente que ha parado por aqui. Los del restaurante, los camareros y cocineros no paran de moverse de un lado para otro, es como un HardRock cafe made in Bolivia. Ensalada, sopa de tomate, trucha con salsa de ajo, platano con chocolate, no se puede pedir mas, bueno se podria pedir algo mas. A mi alrrededor muchas parejas se miran a los ojos. A mi se me resiste demasiado eso de la relacion definitiva, o casi definitiva por un tiempo, que incoherencia no. Unos a mi frente, ella parece boliviana o peruana y el creo que aleman, y luego la curiosidad me hace prenguntareme cuando se habran conocido, como, creo que estan hablando de que pasara cuando el vuelva a Alemania, pues que va a pasar que probablemente lloraras como ha de tocar, o a lo mejor hasta llorais los dos, pero que les quiten lo bailado. Brindo por todas las parejas casidefinitivas, por todos los enamorados perennes, por todos los que llevais tantos años siendo felices con esa droga gratuita que es el amor, me alegro de que lo hayais logrado joder!. Termina el argentino de cantar y ponen musica, deben haber adivinado como me siento y por eso ponen blues, voy a fumar porque eso me alivia el espiritu. Si, hoy por la mañana he dejado de fumar y ahora acabo de volver, asi estamos de estables, que le vamos a hacer. Salgo corriendo como un yonky hacia este ciber a vomitar del alma todas estas cosas que he escrito y ahora ya, mucho mejor, voy a ver si en el garito de al lado siguen tocando esos, tenia buena pinta: una guitarra, saxofon... Y recuerda que tu dorado solo queda a tres cuadras (manzanas), solo hay que tener la brillante idea de explorar por esa otra desconocida calle.