martes, 11 de septiembre de 2007

La ciudad que me atrapó

El pasado Domingo 19 de Agosto tomé un autobus camino de Lima que me acercaba al aeropuerto dónde saldría mi vuelo de regreso a España. Ese bus me acercaba al lugar dónde siempre he vivido, a las mismas calles y a las mismas rutinas. Ese bus me alejaba de todo lo vivido en dos meses, me invitaba a borrar sensaciones e imágenes, me negaba ya aventuras y proyectos para esta tierra, me privaba de algo muy bonito aquí encontrado. Por todo ello y gracias al ánimo de algunas personas decidí romper las reglas impuestas en forma de fecha de regreso de un billete de avión. Decidí dar la vuelta de nuevo al reloj de arena de la aventura, de lo que aún está por conocer. Tomé una de esas decisiones alocadas que tan pocas veces se toman en la vida cuando precisamente son las más sanas para el alma. En definitiva, opté por seguir viviendo un poco más lo que el corazón me impedía dejar 'invivido'. Y dos días después volví a coger otro autobús de 14 horas, ahí es ná, cargado de dudas que ya eran menos que cuando hicé el trayecto opuesto. Por eso, ahora que estoy aquí de nuevo en este lugar tan especial, me gustaría contar lo que se vive en Arequipa.


Ésta ciudad es un lugar dónde uno llega a olvidarse de que existe la lluvia y cuando llevas aquí más de 15 días te pienas acreedor con derecho pleno a días soleados eternamente. A 2363 metros de altura, es una ciudad mediana de viviendas mayoritariamente de dos niveles, extendidas por una inmensa pampa que baja desde las faldas del volcán Misti (5822). Más abajo y saliendo de la ciudad existe una gran cantidad de vegas agricolas que completan con el verde intenso la paleta cromática del lugar. De aquí salen gran cantidad de frutas y verduras que son consumidas en el resto del Perú. Y eso, cómo ocurre en Almería, a pesar de ser una región en su mayoría casi desertica.

Arequipa tiene un centro con una preciosa plaza de Armas (plaza mayor) franqueada de arcos, jardines y palmeras y una catedral bastante armoniosa con dos torres gemelas que también una vez fueron destruidas... por un terremeto, porque de otra forma en este lugar nadie pretendería hacerlo. En ése centro yo me siento agusto, se puede caminar por sus calles sin agobios y el tráfico es razonable. Hasta los Domingos, nunca faltan tiendas abiertas dónde encontrar lo que necesitas, cafeterías modernas o más añejas, restaurants de pollo asado, comida china al estilo peruano (chifa), terrazas para turistas dónde casi siempre algún artista canta y hasta lugares de comida árabe. Sí, es curioso que en el cruce más bullicioso de ese centro, donde se agolpan los bares de copas que los jovenes y turistas llenan de Jueves a Domingo, en ese punto puedes encontrar sitios con nombres cómo Fez, Istambul o el Turco. Hay un café que a mi me ha molado bastante, que se llama café Montreal, dónde puedes ir a tomar un té o una cerveza comodamente sentado a la vez que en el escenario el grupo de turno muestra su estilo al versionar clásicos del rock y del pop. Ah sí, y otro espacio que también me cautivó en una de esas noches de las variadas que he vivido aquí, que es la terraza del Forum, un karaoke lounge dónde la oscuridad ayuda a cantar aunque lo hagas mal, sentado en un sofa de cuero y que al ser completamente acristalado permite ver de noche, y desde la altura, la catedral y la iglesia de San Francisco iluminadas.


Dejando a un lado la catedral de Arequipa, en el centro podemos encontrar otro puñado de preciosas iglesias y otros edificios religiosos con mucha historia a sus espaldas. He de aclarar antes que gran parte de su lustrosa arquitectura, la ciudad se lo debe a la piedra llamada 'sillar', que proviene de los volcanes que circundan la ciudad. Ésta piedra blanca es relativamente fácil de esculpir para conseguir resultados asombrosos y no hay una bóveda, pared, patio y friso de los edificios del centro que no esté hecho en este material. Por eso es una gozada pasear por la calle de Santa Catalina y asomarse en cada una de los altos portones de madera para ver esos patios que esconden fuentes, jardines, muros pintados de azul o crema y puertas enrrejadas que a su vez llevan a otras estancias. Y siempre visibles los grandes bloques de esta piedra tan señorial que hace de todo el centro un verdadero conjunto monumental. Iglesia de San Agustin, San Francisco, Santo Domingo y una joya, suerte de mini ciudad dentro de otra ciudad, que es el monasterio de Santa Catalina.

Saliendo de ese centro ciudad nos movemos hacia la tranquilidad de otros distritos de anchas avenidas y otras no tan anchas. La configuración de estos distritos suele estar compuesta de urbanizaciones dónde se agrupan casas tipo chalet de dos plantas, con un pequeño jardin. Éstas urbanizaciones tienen una alta vaya con pinchos, y una puerta que a las 11 de la noche son cerradas por los vigilantes de seguridad para evitar las rondas de choros. En esos distritos, tales como Cayma, Bustamante y Rivero, Paucarpata, Cerro Colorado, etc, es fácil encontrar parques y zonas verdes cuyo cuidado esta asignado a una y varias personas que lo mantienen cómo si fuera propio. Puede ser que quizas me guste tanto esta ciudad porque en sus zonas verdes hay palmeras. En uno de esos barrios, y en una de esas urbanizaciones que se llama 'La Colonial' es dónde llevo viviendo más de un mes. Cerca está el 'reservorio de Guardia Civil', algo que tarde en saber que era tras varios días sin ver por ningún lado un cuartel de la benemérita. En la casa de la señora María Elena está la oficina de la ong CIESCU, que pertenece al señor José. Por esa oficina o por el piso de arriba, dónde viven ellos, tambíen se puede ver el 'careto' a Edith, la chicaparatodo, Chavelita la hija de María Elena, Davis y Jerenie hijos de José, el gato Tasmanio y el anciano perro Blanco. Un día se sintieron profundamente agradecidos porque intenté prepararles una paella, lo que es nada comparado a toda la hospitalidad que ellos me han brindado.

En esas tranquiles calles y avenidas de esos soleados barrios hay tiendas de ultramarinos, que aquí se llaman 'abarrotes', hay más restaurantes de pollo asado y chifa que abren a la noche, y retaurantes de almuerzo a 3 soles (0,75 euros). Almuerzos ricos y siempre distintos a base de mucha imaginación, mucho arroz, papa, choclo y zapallo, poquita carne y mucha chicha (el refresco de fermento de maíz entra en el precio). Los distritos tienen sus propios alcaldes independientes y organizan sus propias fiestas de aniversario (hasta las urbanizaciones tienen las suyas). Hace dos domingos tuve la suerte de ver una de las actividades más tradicionales de la región: las peleas de toros. Sentados desde las gradas de un campo de fútbol veíamos a los toros, azuzados por sus dueños, enzarzarse en pleitos a base de cornamenta, cuando no salía uno de ellos corriendo a la primera de cambio. Al más puro estilo far-west los jueces de la competición vestían camisa blanca y pantalón negro, sombreo de vaqueros. He de aclarar que no se porqué influencia ni motivo (quizas porque los paisajes de cáctus y desierto recuerdan a las pelis de vaqueros), esa indumentaria de sombrero tejano es la más tradicional de Arequipa. Pero también cerca de dónde yo vivo un 'coliseo de gallos', dónde se organizan sangrientas peleas de gallos.

Una de las actividades a la que con mayor gozo he dedicado mi tiempo aquí es a los paseos en autobuses combi. No, no penseis que me he aburrido más de la cuenta, aunque a veces ha sido así. Para mí subir en uno de estos buses o furgonetas es una pequeña aventura. Por un lado por la velocidad a la que con bastante pericia, los conductores mueven estos viejos cacharros usados traidos del japón. Aquí hay mucho cruce de calles y avenidas, pocos semaforos y menos aún conductores que los respeten. Por ello, se impera la ley de meter el morro poco a poco hasta que el otro frene y te deje paso. La competencia entre compañias de autobús es brutal, hasta el punto de que hay empleados en las calles cuya única misión es informar de los minutos desde que pasó el bus de la competencia. Entonces ir en bus no es sólo eso, es también estar metido en una carrera frenetica por la clientela, dónde las combis se pitan (cualquier sirena esta permitida), se empujan e intimidan, intentandose abrir hueco para recoger antes a los pasajeros. Las paradas de autobús no se respetan, entonces uno puede subirse y bajarse en cualquier lugar a la voz de 'baja esquina!', que el mozo recoge y retransmite al conductor a mayor grito pelao al conductor. Entre los variados cometidos del mozo están los de abrir la puerta, ir gritando a los biandantes la ruta que sigue esa línea, ayudar a subir y bajar a personas y bultos, cobrar pasajes e informar al conductor de cuando debe parar para recoger pasajeros. No hay un sistema coherente de numeración o nombrado y los buses se identifican por cómo están pintadas. Además, no hay obligación de pagar al entrar al autobús, tu te sientas tranquilamente, pero por alguna ciencia infusa el mozo sabe quien queda por pagar y quien no, y si intentas bajar sin pagar casi siempre te van a pillar. Pero lo mejor, lo que hace más divertido éstas rutas del barrio al centro y viceversa es la música que nunca falta en los combis. Llevan casi siempre un buen equipo de música con bafles de buen tamaño que hacen sonar sea cual sea la hora del día. Yo en los buses he disfrutados de clásicos de la salsa cómo Pedro Navajas y el 'he mojado mís sábanas blancas', exitos recientes de la cumbia cómo el 'me enamore de ti y que' y cosas más movidas cómo 'la culebritica'. He de decir que los exitos del verano de aquí (bueno del invierno) son bastantes buenos y pegadizos, casi todos a ritmo de cumbía o salsa (el boom del reggeaton esta decayendo). Con todo ellos, ésos paseos en ésos buses combis son lugares y momentos explendidos para soñar, sólo o con alguien más.

Pero además del bullicio callejero que un habitante de urbe siempre agradece, Arequipa tiene lugares tranquilos dónde dedicarse a la contemplación. Es una de esas ciudades afortunadas de tener un caudaloso río (el Chili) que la parte en dos, obligando antaño a construir puentes que con el tiempo se convierten en lugares entrañables para observar el paso del tiempo y la vida. Puente Grau es un bonito puente de piedra junto a un parque de verde cesped, y más allá hay otro parque aún más grande y con mejor vista que se llama Selva Alegre. Río abajo, Puente el Fierro es un largo puente de estrucutra de hierro que une de nuevo las dos partes de la ciudad sobre verde campiña y sembrado. Otro de ésos lugares favoritos es el barrio de Yanahura, dónde aún se conservan calles enteras de casas hechas con sillar y mansiones coloniales. Yanahuara es conocido sobre todo por su mirador, desde el que se ven mejor los tres volcanes (Misti, Chachani y Pichu Pichu), y junto al que hay una preciosa iglesia con uno de esos frisos con cientos de tallas en sillar, y un parque celosamente cuidado dónde las palmeras aportan la sombra para echarse una siesta. Es una suerte que aquí haya lugares cómo éste, o cómo la propia plaza de armas, dónde uno puede sentarse una tarde y pasar la tarde contemplando las palomas y las gentes, y charlar un rato con los compañeros de banco, porque aquí si se estila aún esa costumbre.

2 comentarios:

Sophía O.G dijo...

Estimado Jorge,
me alegra saber que desde tu experiencia has podido captar una esencia tan hermosa de esa ciudad. Existe una canción " de las simples cosas" muy ad-hoc para las pequeñas cosas que has aprendido a disfrutar en Arequipa.

Cuando preguntan a los originarios de un lugar cómo es ese sitio, no sabemos encontrar las palabras exactas o aproximadas a sensaciones que puede crear esa ciudad y lo que has escrito se aproxima mucho a lo que me gustaria dar a conocer las personas entre otras observaciones.

Me alegra que te guste tanto y más aún tu actitud abierta.Siempre te quedará un huequito en un banco de la Plaza de Armas,esperando a ser cubierto y alguien que te de conversación surgida de la curiosidad.

Gracias por revivirme "Arequepay".
Sophía.

Anónimo dijo...

ole Jorge¡¡

Enhorabuena, poca gente que conozco tiene huevos para hacer lo que has hecho tu, en el fondo todos los que vivimos atrapados por el engranaje de nuestras vidas soñamos con romper con todo y hacer algo que no entendamos ni nosotros mismos. la vida te recompensará pòr ello, ya verás.

Un abrazo enorme, sabes que aqui aunque nos peleemos por la tonteria mas grande, te queremos mucho y siempre estaremos esperándote...

Por cierto el meteorito ha caido cerca no??

desde luego no es por nada pero, has visto terromtos meteoritos, que te falta??